Sinopsis: Nestor quiere vivir con su hermana en Estados Unidos. Sin embargo, él es el único que vive con su madre y no puede dejarla sola.
Dirección: Jaiziel Hernández
Título original: Días de Invierno (2020)
Género: Drama
Duración: 1h 30min
País: México
Horizonte Encontrado
“Dias de Invierno”, largometraje mexicano presentado en la tercera jornada del Festival Gramado 2020, es el debut de Jaiziel Hernández como director de ficción. A pesar de tener poco más de treinta años, su experiencia como director de fotografía en cortometrajes, ya anticipaba una película de grandes pretensiones visuales. Sin embargo, es en la narrativa (cuyo guión también fue escrito por el cineasta) donde la producción llama más la atención. Rescates o diálogos con un período de la vida en el que tendemos a perdernos en nuestros planes o nos sentimos culpables por perderlos. Probablemente las mismas crisis que motivaron a Hernández a entregarnos este trabajo.
Nestor (Miguel Narro) es el único de tres hermanos que aún vive con su madre en el noroeste de México, en el estado de Tamaulipas. Trabajando como bartender y teniendo contacto con turistas, pretende mudarse a Estados Unidos, donde vive su hermana. Solo eso implicaría la separación y el resultado de una forma de vida que él sabe que no encontrará en ningún lado. El director sigue a su protagonista a sus espaldas en las escenas iniciales. Se mueve por anchas carreteras y amplias avenidas, una construcción de territorio mucho más similar al interior del medio oeste americano. Sin embargo, cuando toma el camino, la geografía local salta a la vista y trae todas las comodidades del hogar familiar como un paseo.
Existe la intención de adoptar una postura sobre las diferencias culturales que inevitablemente experimentaría Néstor cuando tomara la decisión de convertirse en inmigrante. “Días de Invierno” impregna su trayectoria con el béisbol, un deporte más popular en Latinoamérica (aunque no en Brasil) que el fútbol americano (el de balón ovalado, practicado casi exclusivamente en Estados Unidos). Desde secuencias de juego hasta el encuentro de una pelota abandonada en medio del desierto. El hecho es que el béisbol exige una elección rápida. Una, no varias.
Todo lo contrario de lo que hace Néstor a lo largo de la película, donde se ve sumido en un dilema. Además, a diferencia del fútbol americano, un movimiento correcto o incorrecto es suficiente para que se produzca la victoria o la derrota. No es un deporte pensando en socavar al oponente en pequeños avances. El cineasta distribuye cuáles serían estos pequeños avances en su propia trama, llevando nuestra mirada de contemplación. No es una narración episódica, pero hay momentos en los que sentimos que Nestor está tratando de absorber esos momentos como una despedida, el final de una forma de vida.
Más de una vez, el largometraje nos hace pensar en estrategias. Nestor siempre parece estar planeando. Sin embargo, Jaiziel Hernández está muy agradecido con el resto de personajes que construye. La madre de la protagonista, interpretada por Leticia Huijara, tiene sus momentos culminantes, especialmente cuando la eventual soledad provocada por la huida del último hijo comienza a afectarla. La perspectiva de la obra puede ser la de Nestor, pero compartimos todo el entendimiento sobre Lilia, su madre. Esto se debe a que existe un contrapunto entre los dos. Es un momento fundamental en nuestra relación con los padres, quienes siempre nos han aplicado sus proyecciones y las han utilizado para promover nuestro futuro cuando éramos jóvenes.
Cuando llega la edad adulta y las obligaciones llaman a la puerta, parece haber una transferencia de esta proyección. La noche anterior, Gramado nos trajo el impresionante largometraje colombiano “La Frontera”. Es curioso que, allí, la protagonista no tenga tiempo de madurar para tomar sus decisiones. La vida te sigue trayendo nuevas exigencias. Aun así, el director David David explora la lentitud, como dijo Roberta Mathias en su reseña. Aquí la forma solemne en que se presenta la película es sólo un reflejo de la indecisión por la fuga de Néstor, o una “huida de huida”.
Quizás por eso nunca llega a la certeza de una decisión, ya que tiende a emular ese buen sentimiento en la zona de confort de la casa de su madre y nunca da el paso adelante. Con la excusa de involucrarse con esa comunidad, intenta evitar que Lilia se deshaga de la antigua propiedad. Ahí es cuando “Dias de Invierno” entra en su fase final, la más sombría e impactante. Justo cuando la madre muestra todo el cansancio de una vida de responsabilidad por ser lo que nunca dejará de ser: una madre. Un agotamiento que llega a su punto máximo y encuentra un momento de descarga en el coche atascado en ese barro, ese camino de tierra de la masía que romantizamos y que, cuando llueve, solo nos causa problemas.
Pero lo que destaca es lo que hay en común entre Nestor y Lilia. En la relación entre madre e hijo intercalada entre la post-juventud y la pre-vejez, intentan aferrarse a la creación de nuevos planes o la falsa idea de cambio, para seguir encontrando un entendimiento para la vida. Es por eso que la hermosa escena que cubre “Dias de Invierno” significa tanto. Ahí tenemos un comunicado. Si pudiéramos mirar nuestra existencia desde arriba, solo veríamos un gran horizonte de incertidumbre esperándonos. Menos mal que el horizonte de Tamulipas es muy hermoso. Aun así, al final, de nada sirve hacer planes. 2020 para decirlo.
Haga clic aquí y siga nuestra cobertura completa del Festival de Gramado 2020.