Wari Gálvez | Entrevista | En Español

Wari Gález | Entrevista Diretor de Cinema Peru Foto

Wari Gálvez | Entrevista

Wari Gález | Entrevista Diretor de Cinema Peru Foto

Nuevos y Viejos Encuentros

El documental “Cines de Video” (mostrado en el Focus Latinoamericano del Festival É Tudo Verdade 2021) es un recorrido por las diferencias culturales de las regiones del Perú – y también de su capital, Lima – a través de la mirada del cineasta Wari Gálvez. Apostila de Cinema, luego, te invitó a una entrevista exclusiva.

En él, el director habla de sus motivaciones y del proceso de producción cinematográfica. Además, crea conexiones que nos gustan mucho y que encontramos válidas en nuestra búsqueda de entender la sociedad desde el cine (no solo a través de las películas, sino de todo lo que la rodea, como las propias salas de exposición). Wari se comprende a sí mismo en un contexto social, sabe que toda la cultura que envuelve un territorio merece ser considerada y cree, como nosotros, en la fuerza de la Literatura.

“Cinemas de Bairro” nos pareció un herman peruano bienvenido, dialogando con muchos temas que abordamos en diciembre del año pasado en Mostra Cinemas do Brasil. Conociendo los espacios por los que transitamos desde la dinámica de la ciudad, su arquitectura y, por supuesto, la tradición del cine. Una forma de unir varios afectos. De todos modos, vayamos a las palabras de Wari Gálvez.


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Apostila de Cinema: ¿Cuál fue la primera motivación de la película? Sabemos que los cines de calle llevan unos años dando paso a centros comerciales y en espacios más cerrados. ¿Ver este cambio te hizo pensar que era importante registrar recuerdos de quienes vivieron durante años en estos espacios de proyección?Wari Gálvez: Vivimos tiempos de angustia por recoger todo el bagaje cultural de nuestros países. Cosas que antes estaban ahí, a las cuales no dábamos la debida importancia, y, de pronto, desaparecieron o estaban en el límite de la existencia. Empezamos por recuperarlas, reciclarlas y salvarlas del olvido. Y luego crear con ellas para insuflarlas de vida. Es una característica del posmodernismo. Pero una cosa es enfocar eso desde la teoría y otra cosa muy distinta vivirla. Yo creo que soy de las generaciones liminares entre un mundo aún en orden (mal que bien) y otro por llegar. Viví la última etapa de los cines de barrio y de estreno, cuando estos solo pasaban películas de acción y, finalmente, películas para adultos. Mis recuerdos más antiguos están vinculados al cine Mantaro de Huancayo, donde vivo y produzco la mayor parte de mi obra.
Si pienso en una sala inevitablemente se me viene a la mente ese cine. Más tarde se convirtió en un estrafalario centro cultural, lo cual me marcó mucho. Pero no percibí esto como algo necesariamente negativo, pues todo tiene que cambiar de forma, es parte de la historia misma. Los automóviles reemplazaron a los coches a caballo así como el formato digital reemplazó al CD. No podría ser romántico y decir: “extraño esto porque perteneció a un mejor tiempo”. No. Fueron cosas que no viví, al menos en su apogeo, por lo cual no podría extrañarlas. Por esa razón no podía mantener encuadres cerrados o sumergirme tanto en la vida de los operadores, ellos inevitablemente sí extrañan algo que vivieron, y eso les duele mucho. Lo que me hizo pensar en la importancia de registrar los testimonios de las personas que trabajaron, quienes tuvieron una conexión directa con esas salas, fue cuando conocí a uno de ellos en mis pesquisas cuando aún escribía
Cines de Cuaderno.
Un amigo me habló de un señor viejísimo, que bordeaba los noventa años. Cuando hablé con él me contó unas historias impresionantes sobre los cines de las décadas de 1930 y 1940. Cosas impensables destiladas de esos testimonios. Quedé fascinado con esa conversación. Después me pregunté: “¿vivirán personas así en otros lugares del país?” Apliqué al fondo de cinematografía nacional, y comencé a viajar de ciudad en ciudad por toda la geografía peruana. Este viaje de investigación me tomó más de ocho meses. Me enriqueció mucho en todo sentido. Revisé la bibliografía local de cada ciudad, y comencé a ir de puerta en puerta. Tenía la misión autoimpuesta de encontrar a estos antiguos operadores de proyectores que trabajaron en cada sala. Muchos, sobre todo en las más pequeñas, aún viven cerca del lugar donde manejaban el proyector. Muchos otros fallecieron. Pero en todos los casos siempre son recordados por una generación de personas que te dice: “Ah fulano de tal, ¡el que proyectaba películas!” Eran personas muy reputadas en sus comunidades.

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Apostila de Cinema: ¿Cómo se eligieron las salas de cine, las ciudades y los personajes? Puedes reunir espacios que estaban en ciudades muy diferentes entre sí. ¿Puedes contarnos un poco sobre estas diferencias entre Lima y las ciudades turísticas y las ciudades más pequeñas?
Wari Gálvez: Intenté alejarme del registro turístico, aquel que invita al espectador a conocer los lugares resaltantes de cada ciudad. Concebí todo como una sola unidad, sin fronteras locales. Ya las imágenes y las formas de hablar de la gente nos van situando en un contexto geográfico distinto. Este es otro gran valor que tiene el Perú: cada lugar es muy diverso, no solo por lo pintoresco de sus paisajes, sino también por la diversidad cultural. No sucedería lo mismo en Alemania, por ejemplo, donde un antiguo cine de Bonn es muy similar a otro de Dusseldorf, porque la geografía misma no es tan diversa, y las mismas culturas no son tan contrastadas. En una ciudad como Lima, por otra parte, con una población desbordante, y donde la gente se mueve constantemente de un vecindario a otro, se ha perdido hoy la noción de barrio.
Es difícil por ende ubicar a las personas que trabajaron en un cine como el antiguo Leuro, por ejemplo, o el Tauro, y si se les ubican sus memorias no llegan tan lejos. En cambio, en ciudades de menor escala, como dije antes, es posible aún encontrar a esas personas viviendo inclusive muy cerca de los cines donde trabajaron, como lapas pegadas a ellos. Este patrón se repite en muchas ciudades. Cuando los cines estaban en su época de auge, por los años 40, 50 y 60, los empresarios construían las salas de gran formato con departamentos anexos al edificio principal, donde vivía el proyeccionista con toda su familia. De no ubicarse en el mismo cine, este se encontraba muy cerca: al costado, enfrente, a dos cuadras o tres. Es algo muy singular.
Decidí entonces abarcar el territorio nacional porque sentía que se le había ya prestado demasiada atención a Lima, descuidando otras ciudades interesantes del país de las que no se decía nada. Y si se hablaba de estas “otras regiones” era (y aún es) para verlas con una óptica pintoresquista, que no aportaba mucho a un cine artístico. Quise probar asimismo que no todo era exotismo ni costumbrismo en estos lugares. Que ellas también tenían historias vinculadas a la modernidad, como el cine. En varios de estos lugares no se trataban solo de salas de barrio, pues en mucho casos eran más fastuosas que otras salas de estreno de Lima. Me interesaba por ello hacer un registro de estos edificios olvidados, pero con gran historia. En el 90% de casos, y al igual que los exhibidores, muchos de estos cines serán inevitablemente demolidos con el tiempo. Gran parte de ellos no tiene la etiqueta protectora de “monumento histórico”.


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Apostila de Cinema: ¿Cómo crees que afectan los cines callejeros a la circulación de las personas? ¿Qué cambia con la construcción cada vez más recurrente de salas de cine en espacios cerrados?
Wari Gálvez: El concepto de barrio o de ciudad de pequeña escala es muy particular porque condiciona los hábitos de las personas que habitan en ellos. Un cine de estreno o de barrio era un lugar de encuentro, donde la gente se reunía y en muchos casos visitarlo se tomaba como una ocasión especial. Ir al cine era toda una ceremonia. Y no solo en las décadas de 1920 o 1930, sino también en las últimas décadas del siglo XX. Ir a una sala de cine siempre fue algo muy especial. Hasta para el cinemero más solitario se trataba casi de una sutil ceremonia.
Tal vez ese espíritu haya dejado de ser masivo, y haya encontrado refugio en un público más sofisticado en festivales de cine o filmotecas. Ahí los espectadores aún consideran que están en un lugar tan importante como en un templo. Eso ya no ocurre con las salas de cine de los centros comerciales. Ahí el público va porque no tiene nada más que hacer. Le da lo mismo comer que ver la película. La experiencia que tienen ahí ya no los marcará con el tiempo, porque cada función es la misma.
Algo también propio de estos tiempos es la experiencia privada, hecho común a todos los públicos. Se consume cine más que nunca, y en cualquier parte. La experiencia del cine se va pareciendo así al acto de lectura de un libro, algo cercano a lo que fue el Kinetoscopio de Edison antes de la invención del Cinematógrafo. Edison no estaba del todo equivocado cuando auguraba que las proyecciones ante un auditorio no rendirían frutos.


Apostila de Cinema: También es autor de un libro, Cines de cuaderno: cinemas y realizadores en un punto de la Sierra Central: Huancayo (1911-2016), ciudad en la cual vive. La historia del cine conecta estas dos obras. Cuéntanos un poco sobre tu interés en documentar las rutas del cine peruano y lo que encontraste en tus estudios a partir de su propia ciudad.
Wari Gálvez: Cines de Cuaderno fue publicado en 2016. En esos años el cine peruano aún se debatía entre un cine limeño y otro hecho en regiones. Con el tiempo, aunque muchos no piensan así, esa percepción se ha ido limando un poco. Cines de Cuaderno tuvo la intención de hacer ver que había una tradición cinematográfica en el país, a nivel de exhibición y realización, que no solo se limitaba a Lima. En el libro narro la evolución de las salas en la región central del país, y trazo un perfil histórico de los principales realizadores desde la década de 1940. Ambos trabajos están íntimamente conectados por la intención de abordar el tema de las salas de cine desde la otra orilla, es decir desde el país hacia Lima y no al revés.
Asimismo, tienen en común el nombre Cines de Video y Cines de Cuaderno, pues concebí ambos lenguajes, el escrito y el de la imagen, como herramientas complementarias. Me atraen las conexiones entre el lenguaje literario y el cinematográfico. Ambos se complementan a la perfección. Sin embargo, la película no es una adaptación en ningún sentido de mi libro. Ambos van por caminos distintos y exploran sus propios límites.

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Apostila de Cinema: Sus otras películas traen mucho de la cultura andina y peruana que permanece conectada a sus raíces. ¿La relación con temas históricos que reflexionan sobre el territorio y los antepasados también forma parte de la construcción de su obra?
Wari Gálvez: El año 2019 dirigí al alimón con Hebner Cuadros “Prestadito Nomás“. Aquí adapté un cuento del escritor Julio César Alfaro Gilbonio, también con el mismo principio de darle más presencia al otro canon de mi país. Esta relación cine-literatura me ha perseguido desde siempre. Muchas veces, cuando leo algún cuento o novela, busco si tuvo alguna versión cinematográfica, y si no la encuentro digo: “¡por qué nadie la ha hecho!” Son en realidad pocas las películas de ficción basadas en la rica tradición literaria del Perú. Nuestro cine lastimosamente no siempre fue al mismo ritmo que nuestra literatura.

Ver el Trailer de “Cines de Video”:

 

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